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Deditos dibujando de Sergio Lay

                        DEDITOS  DIBUJANDO

Las reflexiones de Sergio Lay son de gran impacto para quienes intentamos educar a nuevas generaciones; sin duda la pasión por el arte de este notable artista lo hace muy fuerte, con una gran perseverancia al defender todo lo bello que se transmite viviendo el arte.

 

Desde la X región, Sergio Lay llega a la Red de Maestros con un importante texto que debemos meditar.

 

El tema es el siguiente.
La capacidad de sorprenderse que tiene el ser humano, la capacidad de buscar una unidad de silencio que le permita ver y crecer en un estado de visión neutra que no lo prejuicie con su entorno.
Cada niño una caja de pandora, pues son sus propios conocimientos los que hay que desvelar, despertar. Un profesor dormido, no despierta a nadie, un alumno dormido, con un profesor despierto, se suma a esa búsqueda incesante que muestra a lo largo De la historia el ser humano.
Un profesor alerta, descubre en un niño, como si fuera un instrumento musical, sus posibilidades propias. No generales, no subyugadas por formas precisas. Coger un instrumento, un material y ponerlo en las manos de cada niño, es alentar a que un cuerpo específico muestre sus posibilidades motrices.
Cada cuerpo se mueve diferente, cada ojo mira distinto la misma realidad. Cada pensamiento es ocupado por la historia de la mente que lo protege. Cada niño una familia, un grupo, una experiencia, una relación y una historia con el entorno. No somos iguales, jamás lo seremos. Sólo podremos compartir en actos de gentil oferta lo que somos capaces de realizar.
Por eso aquellos que buscan repeticiones, solo deben ser considerados enemigos de la creatividad, verdaderos fascistas de la mente. Yo miro los dedos, las manos de los niños que se me acercan, sus ojos, sus sonrisas o su miedo, o su neutralidad suprema, que en budismo es oro vivo, listo para ser plantado, cuidado y cosechado. Hacer arte es una posibilidad silenciosa y extrema de conocer a los chicos que nos rodean, de ver sus fondos existenciales, sus memorias, las que conocen y las que no han salido al conciente aún y se preparan tanto a vivir como a morir n la indiferencia.
En lo niños, un pincel es aventura, pero si no le muestras con arte las posibilidades, es una muerte lenta de todas las posibilidades que hay que revivir un inconsciente dormido.
Por eso limito lo que enseño. Lo resumo en un simple lápiz, en una simple goma, en una hoja sencilla, pequeña, que no asuste o llene de codicia la mente de un pequeño que está mas cerca de la pureza que yo. Lo aliento a tratar de mostrar lo que lo rodea, desde su nacimiento, no dar pasos enormes, sino que mirar a su alrededor. OTEAR tras sus hombros descubriendo que con sus manos pueden atrapar parte de esa realidad y conservarla. Exprimirla, hacerla conocida.
Y paso a paso, mostrándole las posibilidades que tiene ese material escogido, ayudarlo a mirar en su interior y saber quien es, como es como son sus movimientos, su sensibilidad. Hay niños de mente abierta, hay niños dañados por padres borrachos, madres alcohólicas, dañados a golpes con sus dedos quebrados de campo duro, palos, leña, hachas, agua fría cada día, entumidos, legañosos, sordos, heridos a gritos, asediados por adultos que no los dejan caminar a su velocidad. La mente del niño es una mente que práctica a ser adulta.
Hoy con la televisión, las ofertas visuales en juegos esquizofrénicos, es cuando más se necesita que los niños mediten en busca de una paz verdadera, que les permita creer, que les permita mirar, darse cuenta de que su entorno se diluye, se destroza, se demuele, se vende.
Cada familia una historia que se puede hacer colectiva si dejamos a los niños que la muestren en sus pequeños juegos digitales, cada uno copn sus movimientos propios. Prohibir a los profesores que les determinen si se pueden salir o no de la línea, del borde... Cada niño debe ser alentado a mostrar su propia historia y juntarla a la de sus pares en una enorme y total historia que será la que cuente la HISTORIA  de ese grupo humano, del barrio, de la ciudad, de la región, del país. Así algún día, tendremos identidad y nos sentiremos amados por cada uno de nosotros mismos, mejorando con ello, la autoestima de  todos. Apurando la práctica de la TOLERANCIA. Un simple dibujo, no muestra a un simple niño, si es que lo dejamos a que se exprese verdaderamente, si es que el profesor de desplaza y busca un lugar menos preponderante, menos invasivo. Los materiales son herramientas neutras, esperando a ser identificadas por cada alma, por cada dedo, por cada mirada de niño sorprendido de estar vivo. Anhelante de llenar hojas de su propia historia. Pero hay que mostrarles como trabaja el agua, el pigmento, contarles la historia del pigmento, del pincel, de como nacen, de como un día estaba en la tierra que pisan y los pelos, en el animal que la familia cuido para poder alimentarse.
Me gusta cuando se venden los pinceles por su nombre. Pelo de marmota, Pelo de chancho de Chunking, Pelo de MARTA...Papel de algún árbol conocido. Agua de la vertiente, pura o contaminada... El profesor debe unirse a ellos y salir de cacería de conocimientos. No sentarse a mirar de lejos como dejan una enorme plasta de posibilidades arruinadas en desconocimiento y distancia. El arte de cada uno, empieza en los movimientos que podemos hacer, no en otros... Un profesor debe saber como se mueve cada niño, sus posibilidades y desarrollarlas, no frustrarlas. En básica de mis hijos, hace mucho, los defendí de profesores que les decían ... No a los bordes, hagan las cosas ordenaditas, y no se salgan de las líneas... UAAAAAAAAAAAAAAAAAA... que ganas de cortarles los dedos a ellos.. ( En sentido figurado por supuesto... Pero fui y les dije a los profesores, que por favor, a cada alumno lo dejaran hacer su propio destino. Y no una fea repetición de sus propias limitaciones y frustraciones.
Amo la docencia, pero detesto como se comportan los docentes en su generalidad. Todo se enseña de las maneras mas fomes, mas agrestes, se llena al alumno de odio, de desnaturalización, se le aleja del conocimiento. Si estuviera en mí, le haría exámenes a cada profesor como si estuviera sacando permiso para portar armas.
Enseñemos alegremente, motivando al alumno a que pida más y más... El mundo es así, porque nuestros profesores nos mostraron lo fea que es la historia, las matemáticas, el arte, etc.
No veo la enseñanza del amor.
Eso amé en Llaicha, en la Isla de PULUQUI, tres profesores que se la juegan desde que despiertan por mostrarles a esos niños olvidados en las islas a amar lo que son. Y desde sus mocos, desde su miedo elevar una necesidad de conocimientos. No imponer, sino que mirar con humildad los caminos que existen para cada ser humano individualmente. Pero solamente lo ví en algunas escuelas... en otras ví el castigo, la distancia, el apuro... la indiferencia. Se notaba el sueldo antes de las miradas.
Un dicho africano dice: NO SE PUEDE CRIAR SI NO EXISTE UN PUEBLO. LA COMPLICIDAD DE LOS ADULTOS. En Chile, se ve poco de eso.

Sergio Lay - Puerto Montt  

                    X región.