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SIN CONTROL ¿SU HIJO ES UN DICTADOR?

SIN CONTROL: ¿SU HIJO ES UN DICTADOR?

Artículo escrito por Carmen Escobar
y publicado en el suplemento Mi Hogar
del diario El Comercio del Perú
el 14 de Setiembre del 2008

Fernandito tiene 4 años y, desarrollando una paciente estrategia, ha logrado el control absoluto de su hogar. Y eso se nota desde el momento en que uno cruza la puerta de su casa, que más parece un jardín de infancia que el hogar de una familia: los juguetes se encuentran en cada rincón de esta y avanzar encima de estos es como tratar de andar por un campo minado. Además, las paredes (todas) están pintarrajeadas, como si se tratara de una exposición permanente del arte de Fernandito. Si alguien se atreve a encender el televisor sin autorización del niño, solo podrá ver dibujos animados o las películas que él elija. Si sus padres van de compras, deben traer los juguitos que a su hijo le gustan. Solo esos, pues de lo contrario el pequeño se rehusará a tomarlos o llevarlos en su lonchera. Si se le dice que no, los gritos que salen de su aún minúscula boca hacen que sus vecinos, el matrimonio joven que vive al lado, se miren y

piensen en no tener hijos, al menos no como Fernandito.

Como dirigiéndose a esa temerosa pareja, el psicólogo Daniel Dreifuss dice que no todos los niños ostentan este comportamiento, que no es natural o propio de una etapa de su desarrollo y que existen factores que condicionan que nuestro hijo se convierta en un tirano en casa.

A ojos de la psicóloga Carmen Rosa Zelaya, el niño dictador desarrolla una personalidad narcisista relacionada con sus padres. “Por lo general revela una limitación de sus padres en sus funciones maternas y paternas, dificultades para contener con compromiso desde un inicio las angustias naturales de su hijo y enseñarle afectuosa y consideradamente a tolerar la espera y respetar los límites sin caer en estados de mayor angustia que sobrepasen sus posibilidades de control”, señala la especialista

 

 

Maldita culpa mía

Un factor que predispone a contar con diablitos en casa es el sentimiento de culpa que corroe a padres que deben ausentarse por muchas horas del hogar debido al trabajo. Muchos creen que el poco tiempo que comparten con sus hijos durante la semana no debería “desaprovecharse” reprimiendo a su pequeño. Peligro. Si le da pena decirle que no a su hijo o ponerle límites, no solo estará criando a un pequeño tirano, sino que, además, creará una estructura familiar en la que los roles no están claros. Los hijos adquieren responsabilidades que deberían asumir los padres y viceversa. “No hay orden, y esta situación alimenta al niño a hacer lo que quiera”, dice el doctor Dreifuss. Otro factor -detalla la psicóloga Ana María Barrantes- es que por lo general estos niños quedan bajo el cuidado de nanas o abuelos que, en algunos casos, terminan haciendo lo que el niño les pide para evitarle una frustración; sin embargo -apunta la especialista-, esta resulta importante para el desarrollo del niño.

No es fácil

Hay quienes creen que esta situación le resulta placentera al niño, pero nada más lejos de la reali­dad. Como dice la psicóloga Ana María Barrantes, llega un momento en que esto puede aterrorizar al niño, cuando se da cuenta de que no todo el mundo gira a su alrededor. Se puede incluso llegar a cuestio­nar quién lo va a cuidar si sus padres ya no tienen autoridad sobre él. No confunda este comportamiento con la natural eta­pa que pasa todo niño alrededor de los 2 años y que está marcada por una búsqueda de autonomía. Una cosa es la exploración de sus alcances personales y otra sentir que tienen el control absoluto de la casa, de sus padres y del entorno.

Y a la hora del berrinche...

Fernandito ha decidido que quiere subir a todos los juegos mecánicos del parque de diversiones. Su mamá le advirtió que solo pagaría por dos, pero Fernandito no está de acuerdo y se desata el drama. El niño se tira al suelo y llora. Y parece no tener intenciones de detenerse. ¿Qué hacer?

Un niño hace un berrinche -explica el psicólogo Daniel Dreifuss- cuando siente que puede realizarlo, porque ha crecido con padres que no le han dado normas claras y que -suena raro, pero es cierto- temen a sus hijos o sienten culpa por no pasar tanto tiempo como quisieran a su lado.

¿Qué hacer?

Durante una pataleta, no intente combatir los decibeles que alcanzan los gritos de su hijo, gritándole porque solo reforzará la conducta. ¿Lo mejor? Calmarlo, mantenerse tranquilo y -como aconseja la psicóloga Ana María Barrantes- poner en palabras lo que el niño está sintiendo. Dígale: “Sé que estás molesto, pero gritando no vas a solucionarlo”. No ceda ante las demandas de su niño en ese momento, tome el control de la situación y acompáñelo hasta que se calme y pueda escucharlo.

Lo que no debe hacer

No combata la pataleta con violencia. No intente negociar con él en ese momento. Deje que se calme, pero no lo deje solo, tampoco lo meta a la ducha o encierre. Estos actos resultan terroríficos para su hijo, ya que le transmiten que sus padres no pueden contenerlo. Actúe sin miedo, pero jamás con violencia.

De vuelta al orden

Si su casa se ha convertido en un campo de batalla en la que usted nunca sale bien librado y su hijo pequeño lo derrota una y otra vez, hay algo que no marcha. Ese algo es la autoridad. Pero no se asuste al leer esta palabra ni la relacione con personajes macabros.

La autoridad -dice la psicóloga Carmen Rosa Zelaya- “debe entenderse como una atención afectuosa y comprometida, pensar junto al niño y ayudarlo a aceptar los límites de la convivencia”.

Los padres -añade la especialista- deben tener en claro que no pueden ser amigos de sus hijos (como algunos creen). El padre debe brindar un marco de referencia a sus hijos, esto es: normas de conducta, por ejemplo. Y esto es diferente a reprimir a sus pequeños o simplemente decirles ‘no’ todo el tiempo.

Para recuperar el control en casa, y dependiendo de cada caso -como dice el psicólogo Daniel Dreifuss- podría requerirse orientación profesional dirigida a la familia, pues resulta importante saber cómo se llegó a tal situación (en la que el niño tiene el control de la casa) o por qué los padres tienen dificultades para establecer límites, cuáles son su deberes como padres y cuáles los de sus niños como hijos.

No se contradiga

En este proceso resulta importante también que los padres aprendan a ser coherentes con sus reglas, con lo que quieren para sus hijos, y transmitir esto a quienes queden al cuidado del pequeño mientras ellos no estén en casa. Los niños deben estar al tanto de lo que se espera de ellos y saber qué cosas se pueden negociar, cuáles no y qué forma parte de sus deberes. Por ejemplo, ir al colegio no es negociable, pero sí los horarios en los que pueden jugar y ver televisión.