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Comentario: Ión de Platón.

Platón, a pesar de ser gran admirador de la poesía, mantiene sus dudas ante ésta  como fuente fidedigna del saber. Para dar a conocer sus impresiones es que, a través de la dialéctica presencia de Sócrates, se cuestiona a Ión, un rapsoda, y pone en duda la objetividad de la poesía como transmisión del saber y a los rapsodas y poetas como sus canales.

            A Platón le preocupaba el lugar que le concierne en la sociedad a los rapsodas y a los poetas, ya sea en la educación tradicional griega como en la cultura tradicional. Cuestiona, además, la inspiración divina que encontramos citados en todos los textos griegos clásicos. Comienza el diálogo con el tópico de la falsa modestia por parte de Sócrates, sin duda, una afirmación irónica de su admiración y envidia a los rapsodas por el hecho de vestir tan decorosamente y relacionarse con los grandes poetas, además de “penetrar” el verdadero sentido de los pensamientos reflejados en el texto poético.

            Luego que obtiene por parte de Ión la afirmación de saberse superior a otros rapsodas porque domina a Homero, Sócrates empieza la persuasión.

            Si bien es cierto que el diálogo comienza con una crítica hacia los cantores ambulantes, el diálogo desemboca (o Sócrates lo desemboca) en la medida en que ellos son meros intérpretes y transmisores de la palabra de los poetas, en un cuestionamiento que conocemos como técnico-epistemológico de la actividad poética.

            Hace ver al rapsoda como un “poseído” que no posee rasgos de sabiduría, ni de técnica ni de arte (en Grecia el arte es el dominio de alguna actividad. Ej. manejo de carros, agricultura, etc.) Por el contrario, la poesía no se adquiere mediante un cierto arte o técnica (téchne) sistemática, lúcida y específica, sino que le acaece al poeta como un don divino. Al ser de tal naturaleza, tanto el poeta como el rapsoda no pueden dar cuenta de aquello que expresan en sus poemas. Sócrates concluye que el poeta no es un técnico, sino un inspirado, un enajenado o maniático. Al igual que los profetas y adivinos, el poeta poetiza gracias a una predisposición o fuerza divina que lo impulsa. De ahí su favoritismo hacia algunos poetas. Se apoya en la bien lograda metáfora de la piedra magnética: una musa atrae a un poeta, éste al rapsoda, éste a oyentes y admiradores, etc.

            Sócrates le exige arte a los rapsodas. Ión le llama sabio. Sócrates, con afectación, le dice que él no es sabio, sino que posee arte como cualquier otro y que su arte radica en considerarse un hombre común admirador del rapsoda.

            Sócrates, finalmente, define al poeta como “...una cosa leve, alada y sagrada del poeta” lo cual presenta el problema de la falta de un conocimiento exacto de lo que enuncia. Este conocimiento no sería más que estético: no domina las artes bélicas, ni la pesca, etc. Sólo puede hablar estéticamente de ellas, pues no se rige por las leyes de esta realidad. Se presenta por primera vez la idea de autonomía del texto. Hace ver a los rapsodas y poetas como poseedores de un conocimiento subjetivo, individual. En cambio, el filósofo posee un conocimiento universal y esto lo demuestra Sócrates al desmantelar el discurso insustentable de Ión y su búsqueda  de dignificación a través de un poeta consagrado y su arrogancia  en su afán de reconocimiento tras concursos.

            La poesía no se obtiene por un medio empírico, sino, en forma intuitiva y, con ella, la belleza ideal (Idealismo Platónico).

 

 

LA POÉTICA DE ARISTÓTELES

 

            Aristóteles, a diferencia de Platón, plantea que la producción poética es fruto de una técnica llegando a reducir las musas platónicas a una receta.

            El poeta, al igual que el pintor y el escultor, son imitadores de la realidad. Esta imitación, en el caso de la poesía, se logra a través del lenguaje el cual debe ser armónico. Reconoce que no existen nomenclaturas suficientes para abarcar toda la creación poética y, así, diferenciarlos de acuerdo a estilo y tipos de versos. Las acciones están a cargo de personajes con caracteres diferenciados tanto para la tragedia como para la comedia. En la primera, los hombres son superiores a los presentes; en la comedia, inferiores. La manera de cómo son presentados los personajes también influiría en esta diferenciación nominativa.        El origen de la poesía tiene dos venas: la de la imitación, propia del hombre el cual desde que nace que todo lo aprende a través de la mimesis, y el regocijo que produce esta imitación.

            Los poetas, de acuerdo al carácter individual, dividieron la poesía en dos: los que la elevan con personajes y acciones nobles y dramáticas (tragedia) y los que poseen un espíritu inferior mostrando actitudes innobles y viles (comedia). La poesía es subjetiva.

            Lo que eleva al poeta a un nivel superior es el nivel que alcanza el drama.

            Aristóteles menosprecia la comedia y compara la epopeya con la tragedia en que ambos poseen personajes nobles y tramas serios. La diferencia está dada por la extensión, la clase de verso y el uso de los elementos constitutivos.

            La tragedia es, por lo tanto, la imitación de una acción elevada y por su magnitud se justifica a sí misma. Justo ejercicio de la acción y la vida, la felicidad y la desdicha.

            Los elementos constitutivos son:

a)      Carácter: cualidades morales de los personajes: buenos, adecuados a su nivel y sexo, semejante a la realidad, coherente y el mismo de siempre.

b)      Pensamiento: se manifiesta a través de la elocución, debe el poeta dominar la diferencia, sobre todo, verbal. La diferencia entre orden y ruego, afirmación y amenaza, pregunta y respuesta, etc. Si el poeta conoce estas diferencias, nunca será criticado.

c)      Espectáculo: sólo en el caso de la representación de la tragedia estaría dado por los actores y el escenario. En el texto escrito, por el contexto.

d)      Protagonista: el descubrimiento del personaje se logra por signos y señales, los descubrimientos hechos por los poetas que colindan con el mal gusto, la memoria de un hombre que despierta con algo que ha presenciado, por el razonamiento del personaje y por los incidentes que descubren por sí el hecho probable. El poeta debe escribir como si fuera testigo ocular de los hechos.

e)      Fábula: combinación de acontecimientos en forma ordenada. Esto es, cronológica. Debe tener principio, medio y fin. Debe buscar la belleza que se logra a través de la armonía entre tamaño y orden. Incluso Aristóteles se refiere a esto con el nombre de “fórmula”. Debe tener unidad de tiempo, acción y espacio. Por otra parte, el poeta no debe escribir todo, pues sólo toma parte de la realidad y la desarrolla con la salvedad que puede plasmar todo aquello que se le venga a la mente, esto es, lo que su creatividad permita. Es decir, adapta la historia real, la ficcioniza y “no por esto es menos poeta” Las fábulas o tramas o argumentos pueden ser simples (forma definida, todo continuo) y compuestas (historia desventurada) La catarsis se obtiene con la mezcla justa de temor y piedad producida, recomienda Aristóteles, por una desgracia inmerecida producto de una ignorancia. El poeta debe ver la manera correcta de tratar los hechos.

f)        Dicción: las letras difieren entre sí de acuerdo a la articulación. La diferencia o semejanza en la sonoridad será decidor para el lector o espectador. Los verbos tendrán una gran importancia, pues serán los encargados de otorgar el tiempo de la acción. Debe haber una palabra para cada cosa. Una palabra extraña, una metáfora, una palabra de ornato, etc. Serán decidoras. A través de una adición negativa se puede negar los atributos a una cosa y asociarla a su nuevo nombre. No se permite ridiculizar a los poetas.  Las palabras comunes invocan verdad. La metáfora está reservada sólo para poetas maestrales.

 

Los poetas épicos ignoran que se puede narrar dos acciones paralelas sin producir un estado único. El poeta debe hablar muy poco de sí mismo, pues es un imitador. Ejemplar es Homero, pues “ha enseñado a nosotros el arte de forjar mentiras”. El poeta es creador de ficciones.

El poeta es un técnico de la poesía, pues debe dominar los elementos y la manipulación precisa de las dualidades citadas anteriormente. Una prueba de ello, lo constituyen los principiantes que sufren una serie de errores literarios dado a su ignorancia. Debe dominar el lenguaje o fracasará si no logra su acometido. Debe dominar el arte del suspenso para darle realce a ciertas partes. A pesar de esto, el lenguaje siegue siendo subjetivo, por lo cual los lectores pueden diferir en cuanto al entendimiento de una frase u otra. En cuanto al efecto poético, es preferible una imposibilidad convincente a una posibilidad inaceptable. La objeciones de los críticos son siempre por cinco faltas: algo es imposible, improbable, inmoral, contradictorio o con inexactitud técnica.

La similitud entre tragedia y épica está en el nivel moral de los protagonistas. La diferencia está en el auditorio: la de la épica es selecta, la de la tragedia es masiva, carente de gusto.

 

En conclusión, Platón ve en la poesía una actividad inspirada por las musas, creación inconsciente, un dejarse ir. No es una técnica, pues su valor no está en la forma, sino, en el fondo. En cambio, Aristóteles ve a los poetas como técnicos, entregándonos la fórmula exacta para crear textos de buen gusto, incluso, para los críticos.

 

Fuente: https://es.calameo.com/books/0039709541f3c2815e551