Para muchos docentes éste decálogo será un gran aporte para retroalimentar a sus pares en algún taller de reflexión pedagógica y para abrir el diálogo de la importancia de emitir y recibir juicios. Espero que sea un aporte para aquellos docentes que quieren intervenir en sus comunidades de aprendizajes dentro de sus establecimientos y crear instancias de reflexión docente.
Muchas veces, los problemas en la retroalimentación no provienen sólo de quién entrega los juicios, sino de quién los recibe. Sucede que al escuchar juicios críticos, la persona pone en marcha sus mecanismos defensivos, haciendo abortar el proceso de retroalimentación. Para evitarlo, recomendamos un conjunto de acciones concretas.
1. Preparar el cuerpo y la emocionalidad. Cuando comprobamos que alguien quiere entregarnos juicios críticos, es necesario auto-evaluar donde uno se encuentra y preparar tanto el cuerpo como la emocionalidad para ello. A nivel corporal, es conveniente estar centrado, relajado. A nivel de la emocionalidad, es importante encontrarse abierto a escuchar, sin tensiones que traemos de otras experiencias. Lo peor que podría pasarnos es reaccionar a partir de la emocionalidad que corresponde a otro acontecimiento. Si consideramos que emocionalmente no estamos en las mejores condiciones para escuchar la crítica, recomendamos pedirle a nuestro interlocutor juntarnos en otro momento para escuchar sus juicios desde una emocionalidad distinta.
2. Reconocer que se trata de juicios (y no de afirmaciones). Es importante no perder de vista que lo que estamos escuchando son juicios, no son afirmaciones.Son las opiniones que otro tiene y no la verdad. Pero tampoco la falsedad. Reconocer que los juicios son por naturaleza discrepables y que no necesariamente tenemos que coincidir con ellos. Pero, a la vez, reconocer también que ellos resultan de mi comportamiento, que ellos configuran una determinada identidad sobre mi persona, que quizás me brinden la oportunidad de incrementar mi efectividad, de corregir mis acciones, de mejorar o aprender y de mejorar mi identidad.
3. Evaluar la concesión de autoridad. A veces se nos hacen juicios críticos a los que no tenemos por qué conferirles autoridad. Siempre habrá muchas personas que no estén de acuerdo con mi comportamiento y es imposible dejarlos a todos satisfechos. Es importante, en consecuencia, evaluar si otorgamos o no autoridad a esos juicios. Si ellos proviene de alguien con quién estoy coordinando acciones o de alguien que es el cliente al que nuestras acciones buscan servir y satisfacer, más vale que pongamos mucha atención a sus juicios críticos. El sentido de lo que hacemos depende de esos juicios y es importante escucharlos. Quizás podamos no estar de acuerdo con ellos. Pero si es así, tendremos la oportunidad de saber lo que piensa y quizás demostrarle que esos juicios están malfundados.
4. Apertura al escuchar. Recibir juicios es fundamentalmente un acción de escucha. De allí que en ella aparezcan varias de las competencias relacionadas con el escuchar. La primera de ella, guarda relación con nuestra apertura a lo que se nos va a decir. No nos referimos solamente a nuestra apertura inicial. Los juicios críticos tienen el poder de cerrar nuestra capacidad de escucha en todo momento y de activar nuestros mecanismos defensivos. Tenemos que estar en alerta permanente para que ello no sucede y, de suceder, poder volver a la conversación o pedir su posposición. La consigna a este es respecto es no seguir en la conversación si consideramos que ya no estamos escuchando.
5. Indagar. Es posible que los juicios que se nos entreguen no nos resulten claros o evidentes. Ello no implica que tengamos necesariamente que discrepar de ellos. Es muy posible que si indagamos, descubramos que quién los emite tiene argumentos válidos a partir de antecedentes que no conocíamos o no ponderábamos de la misma manera. La entrega de un juicio crítico puede ser siempre una oportunidad de aprendizaje y es importante obtener los mayores antecedentes sobre ella para poder aprovecharla adecuadamente. Al indagar podemos recurrir a la batería de preguntas que examináramos cuando trabajáramos el tema del escuchar. Esta batería nos conducía a preguntar sobre pasado, presente y futuro, como sobre el tipo de observador que es el otro, las acciones que ejecuta y los resultados que anticipa y produce.
6. Chequear escucha. Otra importante herramienta del escuchar efectivo es lo que llamamos “chequear escucha”. Ella consiste en ofrecerle a nuestro interlocutor nuestra interpretación sobre lo que está diciendo. No se trata de repetir sus palabras. Con ello sólo chequeamos lo que hemos oído. Para chequear lo escuchado, es necesario decir en nuestras propias palabras lo que consideramosque el otro nos está diciendo. Se trata, por lo tanto, de “parafrasear” lo que escuchamos.
7. Legitimar el punto de vista del otro. Esta es una competencia decisiva. Y lo es por cuanto hace precisamente lo opuesto de lo que tendemos a hacer cuando nos vemos atrapados por nuestros mecanismos defensivos. Opera, por lo tanto, como un dispositivo de seguridad en contra de estos mecanismos. Para legitimar el punto de vista del otro hay algunas cosas de las que debemos cuidarnos. Lo primero, es evitar atribuirle intenciones o motivos. Al hacerlo, corremos siempre el riesgo de encuadrar lo que el otro dice en el observador que nosotros somos y no en el observador que él o ella es. Para evitar esto, es importante preguntarse permanentemente por las inquietudes que lo llevan legítimamente a decir lo que nos dice. Si sus inquietudes no nos son claras, se lo debemos preguntar directamente.
Para legitimar al otro es importante distinguir dos fenómenos diferentes: el “comprender” del “compartir”. La legitimación del otro busca fundamentalmente comprender por qué dice lo que dice o hace lo que hace. Pero ello no significa tener que compartir aquello que está diciendo o las acciones que está tomando. Bien puedo señalarle, “Entiendo por qué me dices esto. Y, sin embargo, no estoy de acuerdo contigo. Déjame que te exponga mi punto de vista y permíteme indicarte los antecedentes que tengo en cuenta para sustentarlo”. La retroalimentación no implica tener que estar de acuerdo con todo lo que se nos dice. Implica intercambiar las diferentes interpretaciones que tenemos sobre el acontecer y abrir un espacio para ponernos de acuerdo y restablecer un nuevo trasfondo compartido.
8. Aceptar puntos válidos. Una importante contribución a una conversación que no es siempre fácil, es expresarle al otro nuestros punto de acuerdo, el mostrarle que lo estamos escuchando, el manifestarle que nuestras diferencias no son irreconciliables y que, al menos, estamos de acuerdo en algunas cosas. Decirle, por ejemplo, “Eso es cierto”, “En esto estoy de acuerdo contigo”, es una ayuda al proceso. No perdamos de vista que, por muy difícil que algunas veces pueda ser para nosotros escuchar juicios críticos, esta tampoco es una tarea fácil para el otro. De no escuchar receptividad en lo que nos dice, es posible que sus propios mecanismos de defensa se activen, lo que compromete el proceso de retroalimentación.
9. Tomarse tiempo para responder. Es importante desconfiar de nuestra capacidad de controlar nuestros mecanismos defensivos, incluso cuando pensamos que los tenemos a raya. En muchas oportunidades es recomendable no responder de inmediato a los juicios críticos que se nos entregan y darnos un tiempo para mejor reflexionar sobre ellos. Al hacerlo, al darnos más tiempo, cabe la posibilidad de que observemos cosas que en el momento puede no sernos fácil observar. Puede que descubramos, incluso, consecuencias mucho mayores de las que nos señalaba nuestro interlocutor. Después de todo, es posible que aquello que nos decía nos afecte mucho más a nosotros mismos que á él o ella.
10. Agradecer. Es conveniente terminar esta conversación agradeciéndola, agradeciendo al otro el trabajo que se ha tomado de compartir sus juicios conmigo y brindarme la oportunidad de conocerlos y eventualmente disolverlos o corregirlos. Bien pudo haberse quedado callado y no haberme brindado la posibilidad que ello me abre, tanto a mi como persona, como al equipo en su conjunto. El habérmelos entregado es una acción que debo valorar para que pueda repetirse en el futuro. En la medida que esto siga aconteciendo tendremos una mayor oportunidad de llegar a ser el equipo al que todos aspiramos. Un equipo comprometido a dar siempre más, a estar aprendiendo permanentemente y en el que se ofrece a sus miembros la oportunidad de crecer. Un equipo del que podremos estar todos orgullosos.
Extraído del texto : El observador y su mundo. Volumen I de Rafael Echeverría. Este decálogo será de gran aporte para ustedes colegas ya que está extraído de un curso de formación profesional de cuál particpé de la RMM llamado"Habilidades Comunicativas"
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